La tarde

Me senté esta mañana frente a la ventana, dejando entrar el aire fresco aún, entornando los ojos ante el brillante resplandor matinal. Todo el día por delante, horas enteras llenas de minutos y segundos, de tic-tac acompasados a ritmo de bolígrafo y diccionario.... 
Ahora el día ya ha sucumbido, las sombras se alargaban mientras las horas que antes parecían infitinas, han ido acortandose inexorablemente. La luz menguaba sin darse cuenta de que los gritos de las golondrinas preconizaban la tarde, avanzando en solitario camino a un horizonte claro y simple. Mis papeles se acumulaban en revoltijos de notas, palabras tachadas y letras confusas. La paciencia corría de la mano con las sombras que proyectaba mis ojos en el azul intenso que perdía su vida. Una tarde más, una tarde menos. 

Y en el melódico pentagrama de instantes que se ha ido llenando con el ritmo de mi mano, de mi boca, de mi pensamiento, han saltando furtivas las ideas de otros campos lejanos, de brisa marina, de risas amigas, alegremente inquietas y traviesas, escondiendose poquito para poder ser vistas con el rabillo del ojo entre frase y frase de mi texto. Y he recordado el aroma de la amistad, del laurel del verano y las noches de intenso ánimo.

Puedo irme a descansar con la conciencia tranquila de haber aprovechado mi día de estudio. El tacto del libro me recordará vivo el mirar por la ventana y ser testigo de como se aprietan la mano la vida y el tiempo, compañeros de mi sangre.
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