... me lo trajo el viento...



El viento lo trajo
y el viento me lo arrebató.

Nunca fue mío
aunque si que anidó
en el refugio prestado
de estelas,
murmullos
y latidos.

El rumbo no existe sin la línea del horizonte.

Quiero asomar mi pensamiento por encima de mi misma, y auparlo para que vea más allá.
Pero miro a mi lado y no veo. Busco entre mis dedos y solo hay vacío, solo una hoja en blanco, y la nada.

El rumbo no existe sin la línea del horizonte.






Solo para cuerda


...como un solo de chelo,
un instrumento sonando
acorde al unísono consigo 
mismo, una sola partitura
consabida, repasada,
solitaria.
No existe el contrapunto
ni el acompañamiento,
los arreglos se van
descompensando con el paso del tiempo,
hasta que llega a desafinarse
por falta de compás y aliento
cercano, de calor y ritmo
de diapasón afín y amigo.

Pero suena, o al menos, 
eso cree él porque escucha
la música en su interior.

La NADA ocupa su ESPACIO

Oyes?? Solo Silencio.
El Silencio Lo Ocupa Todo.
El rumor que atrona es interior.
La tormenta sigue cruzando el universo. Y nosotras no escuchamos nada. Estamos inmersas en nuestro rumiar, ojo propio, propio palpitar.
Propia vida, muerte propia. 


Sigue rotando el eje torcido de mi propio mundo.

Temor mudo que enmudece



Aunque sea de reojo, siempre noto el aliento en el cuello y la frialdad sudorosa en las manos. Ni un sonido, vibraciones ínfimas, delata el nervio que rápido cruza mi cuerpo de norte a sur, acuciante por llegar al mar y surcar el océano liberador. Ni un sonido, acuoso sufrimiento dilatado que se eterniza en tan poco tiempo que ni la física cuántica podría explicarlo. Pero existe, sin explicación racional ni prueba científica que lo demuestre, insustancial y palpable, inmaterial y pesado y áspero, y acre y gomoso. Ni un sonido lo delata, y sin embargo estalla y rompe el interior resbalando y arañando entrañas, que crujen con el peso de la desesperanza y el olvido acumulado, con tanto temor, tanto, que el presagio del final se vuelve bálsamo dulce de última promesa. Y ahí sigue....Y me espera, me acecha, me nombra, me llama, me atrae, me seduce, me reclama, me paraliza, me sujeta, me desnuda, me amordaza, me engaña, me calla. Y cuando callo ya no soy yo. Soy otra, en quien solo ya anida el temor de no volver a ser yo.



no importa

Somos todo aquello que no queremos ser, lo que tememos, lo que odiamos, lo que negamos, lo que vemos en otros que nos ciega. 
Somos frágiles, vanos, quebradizos y simples. 
Somos absurdos, pretenciosos.
Somos tristes, apagados y futiles. 
No vemos, no escuchamos, no sentimos. 
Ni el reflejo de nuestra miseria en el espejo del día a día nos zarandea ni remueve, volvemos la cara con soberbia, inmersos en una burbuja multicolor, con el zumbido mortecino en los oídos, vibrante.

Y una vez más, un nuevo acto de conciencia ingrávida nos revela la simpleza de esta vida lineal que trazamos en zig-zag, ébrios de egoismo. 

Y así somos y así nos ven, y así nos sienten. 
El título del libro no importa a los ojos del que no lee, simplemente no existe.


Una vez viví. 
Y el recuerdo me acompaña como una sombra, larga y pesada que me ocupa el espacio vital y resta aire a mi respiración. Pero como un patrón que se vuelve a repetir, las estaciones cambian y los años llegan y se van, las personas aparecen y sucumben al paso del tiempo o del olvido, como devoradas por la magia misteriosa que escondemos en los bolsillos con naftalina en los armarios roperos o en los terciopelos de los cajones atiborrados donde anidan cosas sin valor o sin sentido. 
Una magia chispeante que se evapora al destapar el album de fotos antiguas y que recorre como una suave telaraña peregrina los rincones de nuestra memoria, suave, dulce y añeja. Punzante. 

Una vez creí vivir, pero no hay testigos de mi existencia, nadie que recuerde que así fué, ni vestigios de mi paso, ni huellas de mi pié. 
Las letras se borran y el espacio que ocupamos se llena. 
Ojalá se desborde alguna vez...

Olvido

Voy a destruir tanta imagen acumulada en mi retina. No me sirven ya ni de ayuda ni consuelo. Me propongo agotarlas hasta que pierdan su esencia, olvidarlas como si nunca hubieran existido. Y así, con mis manos ensangrentadas de recuerdos, excavar un profundo hueco entre la pupila y el fondo para albergar nuevas luces que iluminen la transparencia.

Mucho tiempo va pasando casi sin darme cuenta, y el tiempo como el polvo, cubre de olvido hasta lo más querido. Por desgracia, queda un alma pegajosa adherida a nuestra piel que siempre nos acompañará ... incluso tras la muerte de la propia vida.





[comelight280.jpg]

Fan+Club